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Una invitación
¡Qué nervios!
¡Qué nervios! Presentar un proyecto en el que uno ha dedicado tiempo y esfuerzo siempre me genera algo miedo. En un principio pensé que Valen, al tener ya tanta experiencia enviando cosas por correo todas las semanas, no estaría tan nervioso y ansioso como estoy yo. Pero no, resulta que publicar algo siempre implica algún nervio de por medio. Me iré acostumbrando. Eso si, qué linda esta sensación de adrenalina.
Por lo pronto, me da mucha alegría que esta idea salga a la luz. Tanto Valen como yo leemos y escuchamos muchas cosas que circulan por internet y siempre hay un conjunto -no tan pequeño- que quisiéramos compartir y sobre las que nos gustaría conversar. Marginalia va a ser la forma en la que llevaremos esa conversación y no les puedo agradecer lo suficiente que quieran ser parte también. Gracias por acompañarnos en esta aventura, mi primera de este tipo. No podría pedir un mejor compañero para arrancar.
Julián.
Quizá por eso es que dejo tanto todo para el final. Probablemente para estar tan ocupado tratando de llegar a tiempo que no puedo ponerme nervioso ni nada. Nada como la adrenalina de cumplir con una entrega justo a tiempo, pero eso tampoco es vida. Me gusta aprovechar el experimento de ir lenta y pausadamente, disfrutando del camino. Menos euforia, tal vez, pero oportunidades para inundar mi cuerpo con adrenalina no faltan.
Con Juli nos conocemos hace muchos años. No tengo idea de cuántos, pero coincidimos en esto de la filosofía, y la ciencia, y la tecnología, y la dificultad de hacer compatibles una curiosidad incontenible con todo tipo de cajitas. Correos que recomiendan cosas que leer, mirar, pensar, escuchar, hay un montón y algunos son de mis preferidos. Por eso más interesante me resulta la idea de documentar una conversación cruzada, y eso es lo que vamos a intentar. El placer, entonces, se extiende a la idea de que estés leyendo esto, junto a nuestras recomendaciones, pero también a la intriga que me genera conocer la opinión de Juli de lo que yo sugiera y comente.
Un placer imposible de describir es el de recibir en préstamo un libro, o encontrarlo en una biblioteca ajena, y leer sus anotaciones al margen, sus marginalia. Esa ventana a la vida privada de una mente es un privilegio, sin importar de quién se trate. Y esa es nuestra invitación: pasear un rato por la desordenada pero maravillosa vida de nuestras mentes.
Ojalá te sientas a gusto,
Valentín
Esta explicación de Phil Plait sobre una de mis pesadillas astronómicas me pareció genial. Resulta que, por primera vez en la historia, científicxs pudieron detectar un agujero negro tragándose otro objeto celeste. Una estrella de neutrones, en este caso. Este artículo en español de la BBC está muy bueno también como explicación. El primer registro que tengo de la existencia de agujeros negros está muy ligada a los VHS de Cosmos que mi papá compraba semana a semana, y -ahora que lo pienso- hubiera sido un buen tema para hablar con mi psicóloga cuando explorábamos mi ansiedad. ~JR
Mi primera opción académica, creo que alguna vez lo conté, fue la física teórica. Ese límite borroso entre ciencia y literatura donde por más impecable que fuera cierta matemática muchas hipótesis estaban condenadas a nunca poder ser comprobadas. Luego la filosofía, monstruosa y maravillosa, me cautivó con su aún más ridícula ambición, pero esa primera impresión siempre me quedó. Leer sobre astronomía, y más cuando se trata de fenómenos particularmente extraños, requiere de un estado mental muy particular, que por un lado nos exige comprender conceptos especialmente abstractos, y por otro, cuando abandonamos el esfuerzo por hacer que estas explicaciones se vuelvan concretas, da lugar a algo aún más interesante. Lo distante del relato científico parece ceder ante algo quizá más literario, donde no todo pero mucho de lo que antes era imposible de imaginar parece tomar forma. Leía sobre el sistema binario de la estrella de neutrones y el agujero negro y pude imaginar toda su historia, coreografía y todo. No sentí ansiedad, solo me dejé consumir por el asombro.
Reír y leer acerca de vivir de hacer reír
ce casi dos años me acababa de separar, se acababa de incendiar parte de la casa de mi mamá, acababan de entrar a robar en el departamento en el que solía vivir, y en apenas un mes se desataría una pandemia. Acompañando a mi familia en Bariloche me propuse ocupar mi mente leyendo por ocio, menos teoría y más de otra cosa. En una semana leí Comedy Sex God (2018) de Pete Holmes, una autobiografía acerca de abandonar la religión y abrazar la comedia. Hace unos pocos meses, en otro momento en el que tuve que parar, elegí nuevamente leer. En dos semanas leí Yearbook (2021) de Seth Rogen y Last Words (2009) de George Carlin. Si hay un género que debería existir es el de autobiografías de comediantes. El trabajo de mirar al mundo con otros ojos no es uno que debamos subestimar. Cada uno de estos libros es bastante distinto del otro, y sin embargo hay un hilo conductor que incluso puede resumirse en la pregunta constante por el por qué. Y si eso no es filosofía...~VM
Una de las múltiples citas que se le adjudican a George Carlin dice algo así como que es el trabajo del comediante encontrar dónde está dibujada la línea y cruzarla deliberadamente. Me cuesta no creer que dedicarse a encontrar dónde está dibujada una línea es una actividad explícitamente filosófica. No digo nada nuevo, pero es indudable que el humor tiene una capacidad envidiable de encapsular el espíritu de distintas épocas. Hace poquito leí algo interesante al respecto, un estudio sobre cómo el humor de los romanos es bastante parecido al nuestro. Me lo anoto, para la próxima 😉
Escuchar una conversación acerca de la inflación
La economía se parece mucho a un castillo de cartas, o al menos, es la impresión que me da cuando me pongo a pensar las ideas de precio, moneda y por qué las cosas cuestan lo que valen (¿o valen lo que cuestan?). De ahí, probablemente, provenga mi fascinación por la economía y su intento de darle una explicación a todo eso. ¿Por qué aceptamos intercambiar papelitos de colores por nuestro tiempo y/o bienes? ¿Por qué a veces eso papelitos pierden valor? ¿Por qué tan rápido? En este episodio del podcast Odd Lots (Apple Podcasts, Spotify) cuentan una versión de la hiperinflación que hubo en la Alemania post-primera guerra que no es la canónica y, al parecer, de la cual no hemos aprendido muy bien las lecciones que podría habernos dejado. Spoilers: tuvo que ver más con el colapso del sistema político que con la impresión a mansalva de Marcos.~JR
Qué maravilla la economía. Bah, supongo que lo digo como filósofo. Puedo leer una explicación y la contraria y, para mi horror, caer en la cuenta de que podría aceptar ambas. Es uno de esos ejemplos de "ciencia" donde cuesta hacerla caber en una serie de características específicas que aplique a toda la disciplina. No menor es el detalle de haber nacido en un país que parece desafiar todo el cuerpo de conocimiento acumulado al respecto. No me puedo imaginar lo que es vivir en algún lado donde no se hable de estas cosas todo el tiempo.
“For me, finding hope is not some philosophical exercise or sentimental notion; it is a prerequisite for my survival.”
No leí este libro, que me recomendaron hace algún tiempo, pero me puse a buscar fragmentos y encontré varios muy lindos. Creo que "esperanza" es un término, y un concepto, completamente ausente en mi vida. No sé por qué. Supongo que porque lo asocio con un sabor de espiritualidad que me incomoda, aunque no encuentro un buen motivo. Supongo que es porque tengo una mente marcadamente ingenieril, como la mayoría de mis amigos, y siempre estoy dispuesto al manos a la obra antes que "esperar" que pase cualquier cosa. Paradójicamente, y sin investigar su relación con la esperanza, a veces esperar es lo mejor que podemos hacer. ~VM
Es ese mismo sabor el que me incomoda. Me resulta casi imposible separar la idea de esperanza de la de expectativa de que lo que depare el futuro será un poco menos peor, pero al mismo tiempo entiendo que puede ser una idea que genere la tracción que a veces necesitamos para romper la inercia. También me viene esta idea del budismo sobre el estar presente en el momento, en contraposición a nuestra inescapable tendencia a juzgar. ¿Necesitaríamos de la esperanza si pudiéramos juzgar menos?
Practicar el arte de dormir siesta
Hace unos años leí que las consecuencias que trae no dormir bien a largo plazo pueden ser bastante malas y empecé a cuidar mucho mi rutina de sueño. Pero algo que no lograba hacer encajar bien eran las siestas. Era de esas personas que afirman cosas como "si no duermo al menos dos horas de siesta, no me sirve". Pero resulta que no, según Take a Nap! Change Your Life (2006) de Sara C. Mednick y Mark Ehrman, una siestita de media hora puede ser tan útil como una de dos horas. El libro está repleto de casos bien distintos, personas con distintas ocupaciones y requisitos, como para que uno pueda armar la estrategia de siesta que mejor le salga. Incluso dormir sin tener que planificar tanto.~JR
Las siestas son poderosas y, en consecuencia, peligrosas. Es decir, mientras que dormir 30 minutos nos refresca, si nos pasamos a una hora puede que nos levantemos con mayor cansancio. Tiene que ver con los ciclos de sueño, generalmente de 90 minutos, y por eso es que existen "calculadoras de sueño" que nos permiten estimar hora de irnos a dormir y de levantarnos. La idea es muy sencilla: si nos levantamos en la mitad de un ciclo se arruina el descanso. Por eso a veces es preferible dormir menos pero en ciclos completos, y por eso una última hora en la cama luego del despertador puede hacer que nos levantemos finalmente con más cansancio que antes.
Viajar a las estrellas, por un rato
No suelo leer ficción. Nunca fui un gran lector, creo, y cuando empecé a desarrollar mi actual voracidad por los libros lo hice a costa de la lectura por el mero placer de la lectura. Entre las pocas historias que leí en todo este tiempo, me es imposible exagerar cómo The Martian (2011) me cambió. La mente ingenieril que mencionaba antes es lo que mueve la trama, y esta cuestión de la resiliencia sobresale de cada página, en la historia de un astronauta dado por muerto en Marte. Este año su autor, Andy Weir, publicó Project Hail Mary (2021) y de una forma distinta también explora lo que significa poner manos a la obra para sobrevivir, aunque en este caso el esfuerzo es colectivo. Esta vez es el sistema solar el que corre peligro, y la mayor esperanza sólo podría conseguirse a través de un viaje interestelar. El último tercio del libro lo leí llorando, y la sola idea de que las palabras en el papel puedan generar eso me resulta increíble mérito.~VM
No les voy a mentir. Antes de escribir estas palabras, tuve que conseguir Project Hail Mary en mi Kindle y recién pude volver al teclado una vez que supe que ahí me esperaba. Algo que me impactó mucho de la última vez que vi The Martian fue cómo el personaje de Watney logra recomponerse ante cada una de las pruebas a las que se enfrenta. Y digo recomponerse porque lo vemos roto más de una vez, al borde de la desesperación pero alojando el sufrimiento de una manera tal que no lo corroe. Y de repente, podemos ver toda esa creatividad ingenieril como una forma de canalizar una manera muy envidiable de relacionarse con las propias emociones.